por Soledad vallejos Ext e Lanación.com
Después de haber visitado la Argentina, como lo hace con frecuencia desde que se mudó a Barcelona, la socióloga Catalina Singer hizo un posteo en Twitter que se volvió viral. Para ella, confesó después, fue un comentario “al pasar”, pero sus palabras se hicieron eco en más de 5000 retuits y casi 100.000 likes. “Me sentí muy fea durante toda mi estadía en Argentina, volví y se me pasó. Siento que los estándares estéticos allá son la dictadura”, escribió la cordobesa, de 39 años, el jueves pasado. Tal fue la repercusión de sus palabras que, sorprendida y un poco agobiada por la situación, Singer prefiere no hablar más del tema. Pero los mensajes de aprobación a sus dichos siguen multiplicándose en las redes. Cientos de mujeres coincidieron con su reflexión. Muchas, además, apuntaron a un mismo blanco: la exigencia de tener que estar flacas para verse bien.
“Salis de Argentina y te relajás. La presión del peso, de la ropa, el concepto de ‘ser linda’ es agotador”, le respondió la usuaria MXV, entre las múltiples respuestas que compusieron el hilo de la historia.
Como muchas de las extranjeras que también respondieron al tuit de Singer para compartir su experiencia, la canadiense Sharon Haywood, fundadora de la ONG AnyBody, que trabaja por la diversidad corporal y está presente en ocho países, se dio cuenta de que “era gorda” en una visita a la Argentina. “No encontraba talle en ningún local de ropa. Algo que, a pesar de tener una ley de talles aprobada y reglamentada, sigue sucediendo”, dice Mercedes Estruch, coordinadora de AnyBody Argentina. Según los resultados de la encuesta que esta organización realizó el año pasado, que contó con 7777 respuestas, el 63% dijo que le costaba encontrar talles. Cuando esto sucede, el sentimiento más frecuente es de tristeza, y la mayoría refiere sentirse enojada consigo misma “por cómo está mi cuerpo”.
“La delgadez es un valor en sí mismo, y en nuestro país se nota mucho más que en otras partes del mundo”, coincide Estruch, que comparte la mirada de Singer en cuanto a la contradicción que existe entre el avance de la agenda del feminismo y la jerarquización de la belleza y la delgadez. “Celebramos que sea un tema de debate, que muchas marcas y campañas publicitarias apuesten, aunque sea desde el discurso por la diversidad de los cuerpos. Pero para lograr un cambio es necesario que todo este trabajo se sostenga en el tiempo. Las redes sociales también juegan un rol clave en la afirmación de la belleza hegemónica, y es peligroso sobre todo en una sociedad con un índice altísimo de trastornos alimentarios”.
“Volví y se me pasó”
Eso tuiteó Singer ya de regreso en Barcelona, la ciudad catalana que eligió para residir desde hace más de una década, y donde según su experiencia no se vive con esa presión constante por la belleza. El show del cuerpo producido
La mirada de la psicología Mónica Cruppi, miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), apunta sobre las consecuencias de un fenómeno que naturaliza las intervenciones técnicas sobre el cuerpo. “La presión social está puesta en lograr un cuerpo que tiene que verse bien para la ceremonia voyerista, el espectáculo y su consiguiente rédito -dice Cruppi-. La emancipación del cuerpo biológico y la naturalización de las prótesis traen cierta liberación, a la vez que la imagen se desprende del cuerpo cobrando vida propia y convirtiéndose en el show del cuerpo producido, sosteniendo el ideal interminable de belleza, juventud e inmortalidad de la época”.