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“Linda y flaca”. Por qué los estándares de belleza pueden convertirse en un agobio constante

31 Mar

por Soledad vallejos Ext e Lanación.com

Photo by Jennifer Enujiugha on Pexels.com

Después de haber visitado la Argentina, como lo hace con frecuencia desde que se mudó a Barcelona, la socióloga Catalina Singer hizo un posteo en Twitter que se volvió viral. Para ella, confesó después, fue un comentario “al pasar”, pero sus palabras se hicieron eco en más de 5000 retuits y casi 100.000 likes. “Me sentí muy fea durante toda mi estadía en Argentina, volví y se me pasó. Siento que los estándares estéticos allá son la dictadura”, escribió la cordobesa, de 39 años, el jueves pasado. Tal fue la repercusión de sus palabras que, sorprendida y un poco agobiada por la situación, Singer prefiere no hablar más del tema. Pero los mensajes de aprobación a sus dichos siguen multiplicándose en las redes. Cientos de mujeres coincidieron con su reflexión. Muchas, además, apuntaron a un mismo blanco: la exigencia de tener que estar flacas para verse bien.

“Salis de Argentina y te relajás. La presión del peso, de la ropa, el concepto de ‘ser linda’ es agotador”, le respondió la usuaria MXV, entre las múltiples respuestas que compusieron el hilo de la historia.

 Como muchas de las extranjeras que también respondieron al tuit de Singer para compartir su experiencia, la canadiense Sharon Haywood, fundadora de la ONG AnyBody, que trabaja por la diversidad corporal y está presente en ocho países, se dio cuenta de que “era gorda” en una visita a la Argentina. “No encontraba talle en ningún local de ropa. Algo que, a pesar de tener una ley de talles aprobada y reglamentada, sigue sucediendo”, dice Mercedes Estruch, coordinadora de AnyBody Argentina. Según los resultados de la encuesta que esta organización realizó el año pasado, que contó con 7777 respuestas, el 63% dijo que le costaba encontrar talles. Cuando esto sucede, el sentimiento más frecuente es de tristeza, y la mayoría refiere sentirse enojada consigo misma “por cómo está mi cuerpo”.

“La delgadez es un valor en sí mismo, y en nuestro país se nota mucho más que en otras partes del mundo”, coincide Estruch, que comparte la mirada de Singer en cuanto a la contradicción que existe entre el avance de la agenda del feminismo y la jerarquización de la belleza y la delgadez. “Celebramos que sea un tema de debate, que muchas marcas y campañas publicitarias apuesten, aunque sea desde el discurso por la diversidad de los cuerpos. Pero para lograr un cambio es necesario que todo este trabajo se sostenga en el tiempo. Las redes sociales también juegan un rol clave en la afirmación de la belleza hegemónica, y es peligroso sobre todo en una sociedad con un índice altísimo de trastornos alimentarios”.

“Volví y se me pasó”

Eso tuiteó Singer ya de regreso en Barcelona, la ciudad catalana que eligió para residir desde hace más de una década, y donde según su experiencia no se vive con esa presión constante por la belleza. El show del cuerpo producido

La mirada de la psicología Mónica Cruppi, miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), apunta sobre las consecuencias de un fenómeno que naturaliza las intervenciones técnicas sobre el cuerpo. “La presión social está puesta en lograr un cuerpo que tiene que verse bien para la ceremonia voyerista, el espectáculo y su consiguiente rédito -dice Cruppi-. La emancipación del cuerpo biológico y la naturalización de las prótesis traen cierta liberación, a la vez que la imagen se desprende del cuerpo cobrando vida propia y convirtiéndose en el show del cuerpo producido, sosteniendo el ideal interminable de belleza, juventud e inmortalidad de la época”.

Singularidades del siglo 21: La reconstrucción del cuerpo

10 Mar

dali99

Hablar de las singularidades de la primera década de este siglo, es hablar de la cultura, de la subjetividad actual. Una cultura define un modo común de goce. La actual -entre otras cosas- promueve el goce del cuerpo, con la posibilidad de construcción, de reinvención del mismo, auxiliada por la ciencia. Pero no se trata de cualquier cuerpo sino de aquel correspondiente al paradigma de belleza de nuestra época. Es un cuerpo entre otros posibles; posibilidad que encuentra generalmente en el género femenino su mejor aliado.

Las imágenes de los medios de comunicación a través principalmente de las publicidades, ofrecen un ideal del cuerpo y definen lo lindo, lo malo, lo feo, lo bueno, lo que es aceptado, lo delgado, lo out, lo que está a la moda, lo femenino y lo masculino, entre otras cosas, construyendo masivamente lo que es “deseable”.

Esto, tiene un efecto en el narcisismo de las mujeres y en relación a su imagen corporal. El concepto de imagen corporal, en tanto representación psíquica, emocional e inconsciente del cuerpo, incluye modos de aceptación y rechazo. Este ha sido un concepto nodal para comprender la influencia de los medios masivos de comunicación en las personas. Diversos estudios señalan que la imagen corporal está íntimamente relacionada con cuestiones de autoestima y que una imagen “negativa”, generalmente se puede vincular con diferentes trastornos psíquicos. Se ha incluso asegurado que las imágenes mediáticas, pueden ser importantes en la producción de cambios en la manera de percibir y evaluar el cuerpo. En este sentido, la situación se vuelve un tanto perversa: se nos indica qué anhelar en relación a lo físico.

Tal es así, que esta imagen en investigaciones psicológicas con adolescentes, se ha denominado “imagen corporal comercial” y es la que marca una tendencia; factor que hoy día desencadena (no origina) angustia, ansiedad y muchos de los trastornos alimentarios que se observan en la clínica psicoanalítica: anorexia, bulimia, cirugías estéticas a repetición, liposucciones, etc.

Durante el siglo XX, las mujeres lograron liberarse y trascender varias situaciones como las relacionadas con el trabajo, la sexualidad, la igualdad y la libertad. El siglo XXI parece encontrarlas en una situación de servidumbre con respecto al cuerpo. La sociedad de consumo con las industrias que giran alrededor de lo corporal y de la estética esclaviza a muchas con sus productos, dietas y modelos. El cuerpo es un objeto de consumo en el sentido que uno puede adquirir lo que quiera para reconstruirlo por ejemplo pechos, ojos,cola, liposucciones, laser, cirugías estéticas, dietas, etc. Lo que podría ser a simple vista leído o considerado como libertad de hacer con el cuerpo de uno lo que uno quiera, tal vez no lo sea, dado que con frecuencia subyace la lógica del consumo. Ser un sujeto deseante, querer lo que se desea resulta una tarea difícil en estos días cuando se es objeto de deseo.