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Como impactan las medidas económicas en el humor social

14 Dic

por Evangelina Himitian extraido

LA NACION 13 de diciembre 2023

El ministro de Economía Luis Caputo durante el anuncio de las nuevas medidas económicasCaptura

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“Lo escuchaba y no lo podía creer. Me aniquiló emocionalmente. Lo primero que le dije a mi marido fue: ‘pensé que íbamos a empezar a ver la luz al final del túnel y ahora me doy cuenta de que para eso todavía falta’”, cuenta María Falacci, de 45 años, madre de tres hijos, que, con su esposo, tiene una compañía de construcción. “Hace unos años trabajaba en una empresa que estaba muy mal y nos pidieron que lleváramos nosotros el papel para los baños y las hojas para la impresora. Ayer cuando escuchaba las palabras del ministro me sentí igual”, contó Alberto Tomeo, de 53 años, que trabaja en una empresa de marketing.

Soledad Martí, de 33, dice haber quedado desorientada: “Lo escuché tranquila, en casa, y es todo muy lógico y muy comprensible, no se puede gastar más de lo que se gana. El problema es cuando no se habla del Estado, sino de tu economía, y, de repente, no sabés cuánto va a salir el boleto de colectivo o cuánto vas a terminar pagando esas vacaciones que planeaste para enero”, dice esta joven diseñadora.

Las sensaciones posanuncios económicos son encontradas, ambivalentes. Desde los que sabían que se venían medidas de ajuste para los próximos meses, pero se sorprendieron del impacto directo, hasta los que las defienden como el único camino posible, y los que quedaron sumidos en la total desazón.

“Nosotros hace muchos años nos dedicamos a la obra pública. Somos subcontratados de las empresas que licitan. Hace unos meses esto ya venía parándose, el tema de los pagos y demás, que nunca fueron de 60 días, siempre son de 90, 120, han sido de 150. Hace unos meses decidimos parar del todo y dedicarnos solamente a alquilar los equipos. Pero cada vez que se rompe uno, no conseguís los repuestos. Si lo lográs, es a un precio exorbitante. Y ayer cuando escuché esto te juro que emocionalmente sentí como una puñalada porque tenía la esperanza de que, no sé, la verdad… ¿viste cuando decís ver la luz al final del túnel? y, en este momento, te puedo asegurar que no la estoy viendo. Se juntan muchas cosas, un año de mucho remar, enfermedades de mis papás, con mucho estrés y problemas de salud que me provocan los mismos nervios y la ansiedad de no saber qué pasa. Y bueno, así es como estoy hoy”, describe Falacci.

Como ella, muchos navegan por estos días entre la desazón y la intriga por lo que se viene. Algunos se muestran desolados y otros dicen que sabían que nada se iba a resolver en pocos días. “Cuando fueron las últimas elecciones, con mis amigas dijimos: ‘saquemos pasajes para Brasil’. Ahora no sé cuánto vamos a terminar pagando el viaje y los gastos allá”, confiesa Martí.

 “Todas las crisis generan incertidumbres, impotencia, angustias profundas, miedo al porvenir, sensaciones catastróficas, ira, entre otros sentimientos, con efectos muy diversos en cada persona de acuerdo a su afrontamiento. Dependerá del grado de vulnerabilidad. Pero, a diferencia de otras que hemos tenido, en este momento, la población está consciente de la misma y hay un efecto de esperanza. Hay una sensación, emoción de esperanza. Que va acompañando el clima emocional social en este momento”, describe Mónica Cruppi, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y especialista en vínculos. “Lo característico de hoy, del clima emocional social, es que conviven la incertidumbre y el miedo, con la esperanza”, agrega.